Resumen de la Biografía de la obrera jerezana Francisca Vega Roca (1878-1967)

 


 RESUMEN DE LA BIOGRAFÍA DE FRANCISCA VEGA ROCA 

(JEREZ DE LA FRONTERA, 1878 - MADRID, 1967)

 

Francisca Vega Roca nació el 12 de agosto de 1878 en el barrio de San Miguel de Jerez de la Frontera en el seno de una familia trabajadora, viviendo toda su infancia y juventud en el Corral de San Antón. De niña fue cuidada por sus abuelos maternos, pero al fallecer éstos en 1888 en el plazo de pocos meses, fue internada en la Casa de Huérfanas («Las Incurables») de la calle Vicario, regentado por las monjas de las Hijas de la Caridad. Al cabo de un año y medio la sacó de la Casa de Huérfanas su tío materno José Roca, arrumbador de profesión, y en su casa familiar del Corral de San Antón n.º 15 vivió Francisca hasta los 21 años, asistiendo en su adolescencia y juventud como alumna externa a la Escuela de Niñas que regentaban también las Hijas de Caridad en el mismo edificio. Francisca comentará años más tarde en varias ocasiones que la habían educado las monjas.

Quedó embarazada a finales del año 1899, y enemistada con su familia para siempre se marchó a Madrid, donde dio a luz a Fernanda Vega Roca, su única hija. Como madre soltera, estigmatizada y pobre, Francisca se dedicó a ganarse la vida con lo que las monjas le habían enseñado, a lavar, a planchar y a coser, pero sobre todo a bordar, profesión en la que tendría una merecida fama en las distintas organizaciones obreras y socialistas de Madrid y de otras provincias.


Pionera dirigente socialista

Francisca ingresó en la Agrupación Femenina Socialista de Madrid en mayo de 1910, ocupando los cargos de Secretaria, Contadora y vicepresidenta de la Mesa de Discusión, en varios periodos de la existencia de este colectivo, pero fue especialmente activa y protagonista en 1913 durante las movilizaciones contra la guerra de Melilla, y en 1917 en los meses previos a la huelga revolucionaria de agosto.

Nunca escribió ni un solo artículo en la prensa socialista y obrera como otras compañeras suyas (Virginia González, Otilia Solera o Ana Posadas, sobre todo), pero su capacidad oratoria fue muy aplaudida y elogiada, destacando su enorme facilidad para hablar en público «y con una soltura que sorprende», convirtiéndose en una incansable propagandista en Madrid y en otros muchas localidades de provincias como Toledo, León, Orense, Oviedo, Ciudad Real, Jaén, Sevilla o Cádiz.

Además de sus intervenciones en mítines, Francisca Vega va a pronunciar en varias localidades durante más de veinte años una conferencia titulada «La emancipación de la mujer debe ser obra de la mujer misma», constituyendo éste su verdadero legado feminista.

Su enorme popularidad en algunos de esos lugares la convirtieron en delegada al Congreso de la Unión General de Trabajadores del 30 de septiembre de 1918 representando a los jornaleros de Alcázar de San Juan (Ciudad Real) junto a Marcial Baquero (única mujer delegada junto a la presidenta de la Sociedad de Lavadoras y Planchadoras, Josefa Hurtado de Mendoza, también compañera suya en la Agrupación Femenina, pues Virginia González participó pero como vocal del Comité Nacional de la UGT) y ese mismo año al Congreso del Partido Socialista el 23 de noviembre de 1918 representando a la Agrupación socialista de Toledo (junto a Domingo Alonso y Victoriano Tío) y a la de Carpio de Tajo (ella sola). Por último, el 27 de junio de 1920 intervino de nuevo en el Congreso de la UGT como delegada de la Sociedad de Oficios Varios de El Escorial (ella sola) y de la Sociedad de Oficios Varios de Malagón (Ciudad Real) (junto a Manuel Serrano). En estos años anteriores a la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), además de Virginia González, Francisca Vega fue la mujer que más veces participó en Congresos de la UGT o del PSOE, sin que haya sido destacada por ello.

Francisca Vega impulsó la fundación de la Agrupación Femenina Socialista de Sevilla en 1913, y fue muy solicitada por distintos gremios sindicales y grupos femeninos para que les hablara y los representara. Ese fue, por ejemplo, el caso de la Agrupación Femenina Socialista de Puertollano (Ciudad Real) en 1921.

De los innumerables mítines que pronunció, quiero destacar los realizados en la campaña de las elecciones generales de noviembre de 1933. Hacía poco que había vuelto del exilio y había estado fuera de Madrid durante seis años. Ya tenía 55 años y en esa época las mujeres ya entraban en una vejez prematura, pero Francisca demostraba tener todavía una energía envidiable. Por eso, la dirección del Partido no la utilizó como oradora en Madrid, sino que la envió a las provincias de Orense y Lugo donde había que conseguir movilizar a las mujeres para obtener al menos un diputado por esas provincias gallegas. Durante más de una semana Francisca recorrió varios pueblos como Leiro, Monforte o Santa Mariña do Monte. Pero además, al regresar a Madrid, participó en la segunda vuelta de dichas elecciones en diciembre de 1933 dando mítines durante dos días en pueblos de la provincia madrileña como Torrejón de Ardoz, Meco, Brunete o Móstoles. Seguía siendo una «incansable propagandista» como ya la habían calificado en la década de 1910.


Bordadora de banderas rojas

Francisca Vega fue bordadora toda su vida, perteneciendo al Sindicato de la Aguja primero y al Grupo Sindical socialista del Vestido, Tocado y Similares después, pero su fama y su labor como bordadora de banderas, «primorosas obras de arte», se incrementó cuando el 3 de diciembre de 1916 comenzó a publicitarse en El Socialista como «la compañera Paca Vega» que se ofrecía «para la confección y bordado de banderas para Colectividades Socialistas y Obreras a precios sumamente módicos». Este anuncio apareció semanalmente o quincenalmente en la prensa socialista hasta el 26 de marzo de 1939, dos días antes de la entrada de las tropas franquistas en Madrid. Francisca bordó las banderas de la Agrupación Femenina Socialista de Madrid y de la Juventud Socialista de Madrid, pero además otras de numerosas sociedades obreras tanto de Madrid como de ciudades como Puertollano, Ferrol, Toledo, etc., y aún durante la guerra bordó decenas de banderines y banderas para batallones de milicias antifascistas y de Brigadas Mixtas del Ejército republicano. Si otras bordadoras se limitaban a bordar los diseños que otras personas creaban, Francisca se distinguió porque ella misma dibujaba los bocetos de las figuras artísticas que ideaba para el centro de las distintas banderas (una locomotora si era para la Sociedad de Ferroviarios, etc.). Baste un ejemplo: el 25 de abril de 1914 se inauguraba la bandera de la Sociedad obrera «La Vigilancia Subterránea», que se celebró en el Círculo Socialista del Sur de Madrid, bandera que había sido confeccionada y bordada por la «compañera Francisca Vega, que tantas veces ha demostrado su maestría y exquisito gusto en esta clase de labores»; el «primoroso bordado de la escena del trabajo de los obreros del subsuelo» que había bordado lo describía así la prensa socialistas: «En una acera uno de los obreros pisa una escala por la que otro desciende a una alcantarilla. Los efectos de luz de los faroles iluminando las paredes del pozo, las figuras, los grises de la piedra, el sombreado y la delineación están perfectamente hechos, evidenciándose una vez más la maestría a que ha llegado la compañera Vega en el difícil arte del bordado».

 

Represión franquista

Francisca Vega fue detenida en Madrid en octubre de 1910 cuando repartía una hoja dirigida «A la Opinión pública» convocando a un mitin antimilitarista que se iba a celebrar en el Teatro Barbieri organizado por las Juventudes Socialistas y por la Agrupación Femenina y que no había sido autorizado por el gobernador, estando más de una semana presa. Después volvería a ser detenida en agosto de 1917 durante las jornadas de la huelga revolucionaria conocida como la «Semana Roja», sin llegar a ingresar en la cárcel, y lo mismo ocurriría durante la Dictadura de Primo de Rivera.

Sin embargo, todo ello no dejaría de ser una anécdota ante la cruel represión que sufrió por parte de las autoridades franquistas a partir de 1941. Francisca fue detenida en julio de 1941 por la guardia civil cuando realizaba actividades clandestinas del Partido Socialista. Estaba a punto de cumplir los 63 años. Fue conducida a la Cárcel de Mujeres de Ventas y allí descubrieron que estaba en busca en captura desde 1939 por el Sumario n.º 17.923 donde, junto a ella, estaba su ahijado Eusebio Minguela Yagüe -que vivió con ella durante la República y toda la guerra-, dos amigas que la cobijaron en su casa al entrar las tropas franquistas en Madrid el 28 de marzo de 1939, y algunas personas más. Como consecuencia de ello, en Consejo de Guerra celebrado el 9 de marzo de 1943 Francisca fue sentenciada a 30 años de prisión por el delito de «Adhesión a la Rebelión Militar» y su ahijado Eusebio fue condenado a la pena de muerte, que fue ejecutada el 27 de abril de 1943 en las tapias del Cementerio de la Almudena de Madrid.

Francisca Vega fue indultada en 1949 cuando ya llevaba en libertad condicional sin destierro desde agosto de 1945 debido a sus problemas de salud. De forma casi simultánea el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo abría un Expediente a «Francisca Vega» (Sumario n.º 1015/1945) por el delito de masonería por haber sido iniciada en la Logia de Adopción «Amor n.º 1» de Madrid en mayo de 1932, pero debido a que no conocían el segundo apellido de esa tal «Francisca Vega», lo archivaron el 27 de noviembre de dicho año.

Francisca Vega Roca falleció en Madrid el 27 de marzo de 1967 cuando estaba residiendo en el Asilo de Ancianos de Carabanchel Bajo llamado «Vista Alegre»; tenía 88 años de edad. Dejó escrita, en una carta a su «primer maestro» Andrés Saborit pocos meses antes de morir, una frase que bien pudo ser su epitafio: «Nunca he claudicado. He sido, soy y seré socialista hasta que me muera».


Manuel Almisas Albéndiz

Mayo de 2025

 

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